Navegando por el canal de Panamá

En 1935 que yo sepa, la gente todavía no tenía conocimientos de internet y lo de la arroba (@ no confundir con algarroba) de la dirección de correo la conocían como una medida de peso que variaba según las provincias o también podría ser un lugar de Ciudad Real a orillas del Guadiana.
Mandarse un correo las muchas veces era eso que veis arriba, una carta postal en la que una señora a bordo de un barco de pasaje haciendo la ruta al Pácifico, le contaba en diez palabras a su amiga hospedada en el Saboy de la Habana, que se lo estaba pasando divino de la muerte.
Recuerdo de el Canal de Panamá la impresión que me causó el estar abajo esperando para entrar en la exclusa y ver un barco de mucho más tonelaje allá arriba, enfilando el canal; y también me sorprendió la tremenda obra de ingeniería realizada a pico, pala, carretilla y dinamita en unas condiciones tremendas de calor húmedo y mosquitos, porque mosquitos yo no ví pero calor le llegaba bien…
Me gustaría volver pero la próxima vez no trabajando si no como espectador, o sea apoyado en la borda de un barco de recreo-pasaje, pero mientras me llega la oportunidad me consuelo con ver postales, fotos o navegar por internet, ¡snif!

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